Fortaleza mental en el deporte
Resumen de la Conferencia ofrecida por Luis Humberto Serrato en el III Congreso de la Sociedad Iberoamericana de Psicología del Deporte celebrada en Bogotá, Colombia en 2010.
email: luishumbertoserrato@yahoo.es
web: http://altorendimientomental.blogspot.com.es/
Para los psicólogos del deporte se ha convertido un reto estudiar las razones y causas involucradas en el rendimiento de los deportistas excelentes. Uno de los conceptos centrales que el área de la psicología del deporte le ha aportado al ámbito deportivo es “fortaleza mental”. Para profundizar sobre este término se propone una definición del constructo y un modelo compuesto por cuatro dimensiones: personalidad resistente y resiliencia, habilidades psicológicas, estrategias de afrontamiento y variables socio-ambientales. Se concluye en la necesidad de realizar estudios que aporten suficiente aporte empírico al modelo.
Algunos autores se refieren a este término como una habilidad y otros como un conjunto de habilidades. Jim Loehr la ha definido como la habilidad para desempeñarse de manera consistente en el rango superior de sus talentos y habilidades sin importar cuales sean las circunstancias competitivas (Loehr, 1994). Para Ureña (2005) la fortaleza mental se manifiesta en la capacidad del deportista para controlarse emocionalmente cuando pierde o juega mal, para aceptar la crítica sin sentirse lastimado y porque permanece al pie de la batalla sea cual sea el resultado. En cambio, para Greswell (2007), la FM se refiere a las habilidades psicológicas de un deportista que supone una ventaja para su rendimiento.
Una posible definición de FM es la propuesta por el autor del presente artículo. Por fortaleza mental se entiende el conjunto de habilidades psicológicas y estrategias efectivas de afrontamiento, que posee un deportista para controlarse perceptiva, cognoscitiva y emocionalmente ante todas las situaciones estresantes propias de la competencia como los momentos críticos, su propio rendimiento, el resultado y los factores externos adversos (familia, entrenador, público, jueces y rivales) para sobreponerse y responder con sensación de reto deportivo.
Esta acepción se atribuye a deportistas que ante situaciones estresantes muestran un control completo de sus emociones y responde con alta sensación de desafío. Sin embargo, no hay un constructo teórico plenamente desarrollado que explique este término de uso común en el entorno deportivo.
En nuestro concepto un posible modelo deberá incluir variables psicológicas que estén plenamente identificadas con el afrontamiento adaptativo al estrés, 16 que se refleje en el rendimiento psicológico tanto en situación de entrenamiento como en competencia. Para la elaboración de este constructo se deberá considerar la interacción de variables como la personalidad resistente, la resiliencia, las habilidades psicológicas comunes a los deportistas de élite, las estrategias psicológicas de afrontamiento y la influencia del entorno social o variables socio-ambientales.
Personalidad Resistente.
Han transcurrido cerca de 30 años desde la aparición del concepto de personalidad resistente (PR). El origen de este constructo se atribuye a las bases aportadas por Maddi, Kobasa y sus alumnos de la Universidad de Chicago a finales de la década de 1970. Estos autores concluyeron que los cambios asociados a un alto estrés pueden debilitar a las personas, pero quizás pueden también generar cambios en otras que atenúan los efectos adversos cotidianos del estrés sobre la salud (Maddi, 2002).
Este último efecto se logra a través de la reunión de actitudes, creencias y tendencias conductuales que actúan como un medio de resistencia frente a los acontecimientos cotidianos cargados de tensión (Kobasa, 1979; Kobasa, Maddi y Kahn, 1982). En este sentido, se ha demostrado que existen relaciones positivas entre personalidad resistente y estilos de vida saludables (Wiebe y McCallum, 1986, Nagy y Nix, 1989).
Como proponen los creadores del constructo de la PR, este factor podría actuar junto con otras variables mediadoras biológicas (p.e. predisposiciones fisiológicas, recursos de protección biológica, estado de salud, etc.), psicológicas (p.e. otros constructos de personalidad, variables afectivo-emocionales, estilos de vida y hábitos saludables, etc.) y socioambientales (p.e. relaciones interpersonales, apoyo social y recursos sociales, etc.), que actuarían también como recursos de resistencia para anular o mitigar el impacto negativo del estrés sobre la persona (Godoy-Izquierdo y Godoy, 2002).
En este sentido, la personalidad resistente actuaría a través de diferentes vías: 1. modifica las percepciones sobre el estímulo estresante al percibirlos como positivos y controlables. 2. Modera los efectos del estímulo estresante facilitando estrategias de afrontamiento adaptativas o inhibiendo estrategias poco adaptativas. 3. Afecta indirectamente a las estrategias de afrontamiento a través de la influencia del apoyo social y, 4. Favorece cambios hacia determinados estilos de vida saludables como el ejercicio o el descanso, que redundarían en definitiva en la salud del individuo.
La teoría y la investigación sugieren que la PR es una mezcla interrelacionada de actitudes indispensables y no excluyentes de compromiso, control y desafío. Estas tres dimensiones facilitan la misión de las circunstancias estresantes, convirtiéndolas en escenarios de desarrollo y crecimiento en lugar de experiencias debilitantes (Maddi 2002; Maddi, Khoshaba, Persico, Lu, Harvey y Bleecker, 2002). En sentido opuesto, las personas no resistentes, mostrarian carencias en el compromiso (alienacion), locus de control externo, y una tendencia a considerar el cambio como negativo y no deseado (Allred y Smith,1989).
De acuerdo con Godoy-Izquierdo y Godoy (2002, 2004) se establece un intento por precisar las tres dimensiones de la PR. Las personas con alto compromiso piensan en ellos mismos y en sus ambientes como algo interesante e importante. El compromiso con uno mismo sería especialmente importante, proponiéndose como la principal fuente de resistencia. “La habilidad para reconocer los valores, metas y prioridades personales y la interpretación de la propia capacidad para establecer el compromiso y tomar decisiones” es el primer paso de un afrontamiento eficaz (Kobasa, 1979b, p.4).
La dimensión de control significa que las personas, mediante su esfuerzo activo, ejercen una influencia definitiva en el curso de su vida a través de su conocimiento, habilidades, decisiones y elecciones, en vez de ser sòlo agentes pasivos o “victimas de las circunstancias”. Las personas con alto control creen que a través del esfuerzo pueden ejercer una influencia en lo que sucede a su alrededor.
La dimensión de desafío se refiere a la creencia de que el cambio, y no la estabilidad, es una característica habitual, importante y necesaria en la vida, pues el reto asociado a él supone una oportunidad de aprendizaje, crecimiento, enriquecimiento y desarrollo personal. Los individuos se centran en cómo lograr el crecimiento personal a través de la búsqueda del conocimiento para enfrentar el cambio y enfrentar exitosamente a corto, mediano y largo plazo las nuevas experiencias de cambio y readaptación.
Según Peñacoba y Moreno (1998) la personalidad resistente se puede aprender sin interesar la edad. Kobasa y Maddi, desde el Hardiness Institute enseñan a las personas a enfrentarse a situaciones estresantes transformándolas en menos estresantes. Ellos han desarrollado un programa de entrenamiento en personalidad resistente compuesto por tres técnicas relacionadas: a) reconstrucción situacional, b) focalización y c) auto-compensación.
Si bien el concepto de personalidad resistente aparece originalmente ligado al estrés y su afrontamiento, y aunque no debemos confundir el estrés con el trauma, ya que son dos cosas distintas (Everstine y Everstine, 1993), parece apropiado extender el campo de actuación de esta característica de personalidad y parece correcto pensar que las personas con una alta capacidad de resistencia al estrés también puedan presentar mayor capacidad de resistencia ante experiencias traumáticas, por lo que sería interesante investigar en este sentido bajo la acepción de resiliencia.
El primero que utilizó en sentido figurado el concepto de resiliencia, tomándolo prestado de la terminología física, fue Bowlby (1992) quien la definió como el resorte moral o la cualidad de la persona que no se desanima, que no se deja abatir. En un principio, la resiliencia surge a partir de la observación de comportamientos individuales, a priori paradójicos e inesperados, que parecían casos aislados y anecdóticos pero que con el tiempo se ha ido descubriendo que son frecuentes en muchas personas (Vanistendael, 2001).
La idea del cambio positivo producto del hombre enfrentado a la adversidad aparece ya en la psicología existencial de autores como Frankl, Maslow, Rogers o Fromm. La resiliencia se sitúa en una corriente de psicología positiva y dinámica de fomento de la salud mental y parece una realidad confirmada por el testimonio de personas que, aun habiendo vivido una situación traumática han conseguido encajarlas y seguir desenvolviéndose y viviendo, incluso, a menudo en un nivel superior, como si el trauma vivido y asumido hubiera desarrollado en ellos recursos latentes e insospechados (Manciaux, Vanistendael, Lecomte y Cyrulnik , 2001).
Según el autor desde hace algunos años ha comenzado a manejarse el concepto de resiliencia como aquella cualidad de las personas para resistir y rehacerse ante situaciones traumáticas o de pérdida. La resiliencia se ha definido como la capacidad de una persona o grupo para seguir proyectándose en el futuro a pesar de acontecimientos desestabilizadores, de condiciones de vida difíciles y de traumas a veces graves.
Pero la resiliencia no es absoluta ni se adquiere de una vez para siempre, es una capacidad que resulta de un proceso dinámico y evolutivo que varía según las circunstancias, la naturaleza del trauma, el contexto y la etapa de la vida y que puede expresarse de muy diferentes maneras en diferentes culturas (Cyrulnik, 2001; Manciaux et al., 2001). Los estudios han demostrado que la resiliencia no es un fenómeno inusual ni extraordinario, muy al contrario es un fenómeno común que surge a partir de funciones y procesos adaptativos normales del ser humano (Masten, 2001).
Como el concepto de personalidad resistente, la resiliencia es fruto de la interacción entre el propio individuo y su entorno. Hablar de resiliencia en términos individuales constituye un error fundamental. No se es más o menos resiliente, como si se poseyera un catálogo de cualidades. La literatura científica actual demuestra de forma contundente que la resiliencia es una respuesta común y su aparición no indica patología, sino un ajuste saludable a la adversidad (Masten,2001; Bonanno, 2004).
Uno de los aspectos despiertan mayor interés en torno a la resiliencia es develar los factores que la promueven. Es escasa la investigación científica realizada sobre este punto (Bonanno, 2004). Se ha afirmado que los sesgos positivos a favor de uno mismo pueden ser adaptativos y promover un mejor ajuste ante la adversidad, las personas resilientes hacen frente a experiencias traumáticas utilizando el humor, la exploración creativa , el pensamiento optimista, el entusiasmo y energía, son curiosas y abiertas a nuevas experiencias caracterizadas por altos niveles de emocionalidad positiva, en pocas palabras, las personas resilientes utilizan las emociones positivas como estrategia de afrontamiento, por lo que se puede hablar de una causalidad recíproca (Werner y Smith, 1992; Block y Kremen, 1996; Masten et al., 1999; Fredrickson et al., 2003 Bonanno, 2004).
La PR y la resiliencia actúan en todos los campos en los que se desempeña el ser humano, tal como sucede en el deporte, el deportista se enfrentan a determinados individuos en un ambiente de confrontación competitiva. Al respecto, Hanton y cols. ( 2003, p.167) señalan que la PR no ha sido tratada en profundidad por la Psicología del Deporte.
Jones y colaboradores (2002) apuntan que la literatura existente sobre PR está caracterizada por una falta de consenso y claridad conceptual en lo que se refiere a su definición y los atributos esenciales que debe poseer un deportista con personalidad resistente, y que es probablemente uno de los términos menos entendidos, usados y aplicados en la Psicología del Deporte. Añaden que tal vez ello sea debido a que puede dársele diferentes definiciones y acepciones, dentro de esta rama de la Psicología, tales como: a) Habilidad para hacer frente o manipular la presión, el estrés y la adversidad, b) Habilidad para afrontar o rechazar los fracasos, c) Habilidad para persistir o abandonar ante una negativa, d) Insensibilidad o flexibilidad y, e) Posesión de habilidades mentales superiores.
De acuerdo con Román (2007) se han realizado diversos estudios coincidentes al identificar algunas de las características mentales y personales atribuidas a los deportistas que presentan alta PR. Entre las que se encuentran alto nivel de optimismo, confianza, convencimiento, autoestima (Goldberg 1998; Graham y Yocom , 1990; Oler, 1982; Taylor , 1989); Consistencia en las acciones (Graham y Yocom ,1990; Loehr , 1982 y Williams,1988); Deseo, determinación y compromiso (Goldberg,1998; Hodge , 1994; Loehr, 1982 y Tunney, 1987); Fuerza de voluntad, control, motivación y coraje ( Favret y Benzel, 1997 y Loehr, 1982).
Por otra parte, se han realizado estudios comparativos entre poblaciones y la variable rendimientos. Maddi y Hess (1992) encontraron relación positiva entre la PR y el rendimiento en baloncesto. Para Golby y Sheard (2004) los jugadores de mayor nivel mostraron diferencias significativas en PR en comparación a los de las ligas menores en Rugby. Penna, Burden y Richards (2004) no encontraron diferencias significativas al comparar deportistas Convencionales vs Paralímpicos, ambos de élite, quiere decir, que ambos grupos requieren una constante adaptación a las adversidades. Román (2007) pudo predecir el éxito de determinados atletas populares de maratón en función de sus características de PR.
Tal como se observa un deportista con personalidad resistente, a parte de sus dimensiones de compromiso, control y desafío; empieza a manifestar otras habilidades de personalidad que lo conducen a la excelencia deportiva.
Habilidades psicológicas comunes a los deportivas de élite
Conocer las habilidades psicológicas que caracterizan a los deportistas que alcanzan la excelencia del rendimiento es una de las mayores inquietudes de los estudios realizados por los psicólogos del deporte.
Una propuesta interesante surge del análisis realizado por Ruiz, Sanchez, Duran y Jimenez (2006) quienes, desde una perspectiva diferente, indagan sobre los hallazgos más importantes que identifican la mente de los deportistas expertos. Para los autores se deben considerar las dimensiones perceptivo, cognoscitiva, emocional, psicosocial y de la practica deliberada. Estos autores citan a Thomas (1994) para definir la condición de experto en el deporte, quien considera una tarea poco difícil en la medida que el sistema de calificar a los mejores en sus diferentes modalidades muestra indicadores objetivos de dicha pericia (records en tiempo, distancias, trofeos o campeonatos conseguidos, títulos, posición en el ranking nacional o internacional, etc.) Desde la dimensión perceptivo cognoscitiva se adopta a los deportistas como procesadores de información y solucionadores de problemas (Ruiz, 1994, 1995).
En los deportistas expertos la prospección visual se organiza a partir de zonas informativas diferentes según el momento táctico de alto valor informativo, para poder aislar rápidamente índices que le permitan detectar, interpretar y predecir lo que va a suceder (Abernethy,1990, 1993; Allard y Starkes, 1991; Azemar, 1987; Starkes, Helsen y Jack, 2001). A través de la oculometria se identifica las estrategias perceptivo visuales apropiadas para la extracción de la información donde mira, cuando y como lo hace, los resultados han mostrado diferencias a favor de los deportistas expertos en la fijación ocular de acuerdo a las secuencias visuales ante situaciones que presenta el competencia (Helsen y Pawels, 1993; Avila, 2001; Reina, 2004; Ruiz, Mendoza, Del Valle y Sánchez, 2001).
Por su parte, el enfoque basado en el conocimiento busca conocer cuál es y cómo emplean el conocimiento los deportistas expertos en sus situaciones de rendimiento táctico. Al respecto, Chi (1982) definió tres tipos de conocimientos el declarativo, procedimental y estratégico. El conocimiento declarativo es el que permite a los deportistas expertos conocer los más mínimos detalles de su deporte (gestos técnicos, configuraciones de juego, tácticas y estrategias de acción) y las características de los objetos empleados en su deporte (patines, tipos de raqueta, bicicletas, pértiga, etc.).
El conocimiento procedimental tiene que ver con el conocimiento que se posee el deportista sobre el cómo realizar una táctica o cómo llevar a cabo un procedimiento de acción que funciona de acuerdo al pensamiento lógico Si…Entonces. En términos de Jimenez (2004) los deportistas expertos han sido capaces de almacenar en su memoria centenares de escenarios tácticos con sus posibles soluciones, del mismo modo que los maestros en ajedrez son capaces de manejar decenas de miles de configuraciones de juego con sus alternativas de solución. Por su parte, el conocimiento estratégico es un tipo elevado de conocimiento declarativo que tiene que ver con la realización de numerosas acciones tácticas y de tomar diferentes decisiones en su deporte para superar al adversario, lo que les permite calcular con más exactitud las posibles consecuencias de sus decisiones (Starkes y Allard, 1993; Ruiz y Arruza, 2005).
Los deportistas expertos manifiestan un elevado conocimiento estratégico. En diferentes revisiones de la literatura (Thomas, French y Humpries, 1986) se ha mostrado como los deportistas excelentes poseen habilidades meta-cognitivas superiores a los no deportistas o inexpertos, de tal manera que son capaces de predecir mejor las consecuencias de sus acciones, analizar mejor sus actuaciones, controlar y mejorar sus procesos de solución. El enfoque emocional de la pericia ha sido poco tratado por los estudiosos de la pericia deportiva, por lo que se ha dado la circunstancia de que mientras un sector de los investigadores se ha preocupado por las dimensiones cognitivas otros, los ligados a la psicología del deporte, se han interesado en analizar las cualidades psicológicas y emocionales de los deportistas excelentes o de élite (Ruiz y cols, 2006).
Se han realizado investigaciones acerca de los pensamientos y sentimientos que tienen los deportistas en los momentos de máxima ejecución denominados como “dejarse llevar” (Garfield y Benett, 1987), estado ideal de rendimiento (Loehr, 1990; 1994) y fluir (Jackson y Csikszentmihalyi, 2002). Los resultados de estas investigaciones muestran que los deportistas de alto nivel han aprendido a identificar, iniciar y mantener su estado ideal de ejecución para lograr altos rendimientos deportivos.
Los deportistas informan que cuando realizan ejecuciones óptimas se encuentran en un estado psicológico especial, el cual les permite desencadenar lo que ellos consideran una ejecución ideal. Esta condición psicológica se experimenta en todos los deportes, está formada por una constelación de sentimientos y pensamientos que influyen positivamente en el funcionamiento psicofisiológico del organismo. En palabras de Loehr (1994), esa combinación de sensaciones y pensamientos le transmiten al deportista la sensación de saber que no va a fallar y saber lo que tiene que hacer en cada momento. En el momento se pueden observar ligeras diferencias en cada deportista pero en términos generales los sentimientos que componen son similares.
Por su parte, Williams (1991) reporta que se han realizado investigaciones a través de test objetivos y estandarizados que analizaron 11 características psicofisiológicas que distinguen a los deportistas que triunfan de los que no lo consiguen (Mahoney y Avener, 1977; Meyer, Cooke, Cullen y Liles, 1979; Highlen y Bennett, 1979; Gould, Weiss y Weinberg, 1981; Heyman 1982). Los resultados indicaron que las características más consistentes que diferencian a los deportistas exitosos de los que no lo son, están en la confianza que se tiene en sí mismo, la concentración y en igual medida, el grado de ansiedad. Más tarde en un estudio similar, se realizó una encuesta en el equipo Olímpico de Estados Unidos, dentro de las 10 cualidades psicológicas principales para considerar un deportista como exitoso coinciden en señalar a la Fortaleza Mental como la número 1 (APA, 2000).
En términos generales las investigaciones han permitido establecer un conjunto de habilidades psicológicas psicológicas que representarían la excelencia deportiva, cualidades tales como la confianza en sí mismo, motivación y el compromiso, el control o grado de ansiedad, la concentración, el control de la atención, la imaginería, el establecimiento de objetivos, la planificación de entrenamientos y competiciones o la simulación de los entrenamientos. La presencia de estas habilidades facilitaría en los deportistas las experiencias especiales de “dejarse llevar”, estado ideal de rendimiento y experiencias de fluir.
Otro enfoque del rendimiento experto es lo que los autores han denominado práctica deliberada. Estas ideas fueron propuestas por Ericsson, Krampe y Tesch-Römer (1993) y Ericsson (1996) en diferentes escritos a partir de sus estudios con violinistas y pianistas de diferente nivel de pericia. De forma concreta, definen que la práctica deliberada debe reunir una serie de peculiaridades para que pueda ser considerada como tal: 1. Necesariamente no tiene que ser agradable, pero debe existir esfuerzo y dedicación por parte del sujeto. Pero a diferencia de lo hallado por Ericsson y colaboradores con los músicos, para los deportistas la práctica deliberada es agradable, lo que conecta directamente con el constructo denominado “divertimento deportivo” (Scalan, Ravizza. y Stein, 1989). 2. Es monótona y está directamente relacionada con el tiempo dedicado a practicar y el rendimiento, 3. Está relacionada con cualquier actividad que contribuya a la mejora del rendimiento, 4. Debe ofrecer muchas oportunidades de práctica y corrección y 5. Debe estar guiada por un entrenador experto.
Variables socio- ambientales
El enfoque psicosocial en el deporte interesado por conocer el papel del entorno social de los deportistas expertos, con el objeto de determinar si dicho entorno juega un papel importante en el desarrollo de la pericia en el deporte.
Se puede considerar a Bloom (1985) como el pionero en este tipo de estudios al analizar longitudinalmente las carreras profesionales de músicos, deportistas, científicos y artistas, destacando cómo la familia y los entrenadores jugaban un papel muy importante, como apoyo emocional y económico de dichas carreras.
Existe el convencimiento de que la dimensión social juega un papel relevante en el desarrollo de la pericia deportiva, mas alla le otorgado hasta la fecha. Los estudios citados por Ruiz y Cols (2006) en los que ha analizado el papel del entorno familiar y social que rodea al deportista experto han destacado como características importantes a la familia y los entrenadores.
Estrategias de afrontamiento del estrés en el deporte
Lazarus y Folkman (1984) definen el afrontamiento como esfuerzos ognoscitivos y conductuales constantemente cambiantes que se desarrollan para controlar las demandas especificas internas o externas, que son evaluadas como excedentes o desbordantes de los recursos del individuo. Se habla del afrontamiento para un proceso que incluye los intentos del individuo para resistir y superar demandas excesivas que se le plantea en su acontecer vital.
A partir de los años setenta, además de estos dos parámetros, algunos investigadores se inclinaron por estudiar los efectos que los procesos cognitivos del deportista tenían en su rendimiento. Según Tenenbaum y Hutchinson (2007), ya en 1973 se sugirió que las respuestas fisiológicas constituían aproximadamente dos tercios de la varianza en el esfuerzo percibido y que diversos factores psicológicos serían responsables del tercio restante. En el campo del deporte las investigaciones sugieren que los deportistas se enfrentan muchas veces a su ansiedad bloqueando los mensajes amenazantes o desagradables e incrementando la información que pueda contribuir a una ejecución óptima (Anshel y Anderson, 2002).
Cada vez existe mayor evidencia de que las grandes diferencias individuales en rendimiento parecen deberse no sólo a la distinta capacidad fisiológica, sino también a factores de tipo psicológico, como pueden ser las estrategias cognoscitivas empleadas por los deportistas para enfrentarse y manejar el malestar, e incluso dolor, asociado con la tarea (Pen y Fisher, 1994).
Previamente, esta relación fue establecida por Orlick (1986) en su investigación con deportistas olímpicos canadienses encontró que una estrategia de afrontamiento bastante comùn era la capacidad de separar información relevante (instrucciones del entrenador) de la que carecía significado (espectadores y contrarios). Los estudios de Nideffer han permitido poner de manifiesto que la atención visual puede verse alterada cuando se producen cambios en el nivel de activación.
Otra técnica es la relajación que en muchos sujetos resulta más rápida y fácil en comparación con otros procedimientos. La relajación somática generalmente basada en la técnica de la relajación neuromuscular progresiva de Jacobson (1938) parte de la consideración de que la ansiedad y el estrés se traducen en la de diversos grupos musculares, se recurre a tensar y relajar sucesivamente los mismos. La relajación cognoscitiva se lleva a cargo de la técnica de meditación de Benson pero no puede utilizarse en situaciones desencadenantes de estrés, pero puede ser útil para contrarrestar la ansiedad pre-competitiva.
Un estudio comparativo entre nadadores de élite y no élite, encontró que los de no élite prefieren utilizar estrategias de relajación para disminuir la ansiedad e interpretarlos como facilitadores. Mientras que los deportistas de élite confían en la mayor medida en la adquisición y desarrollo de estrategias cognoscitivas (Hanton y Jones, 1999). En este sentido, Jones, Swain y Cale (1990) ya habían reportado como estrategia de afrontamiento el autoconvencimiento de que va a tener éxito. Otra técnica, muy popular dentro de los deportistas es la imaginería mental (Mahoney, Gabriel y Perkins, 1987; Ruschall, 1989). Es famosa la frase de Jack Niclaus expresando que jamás golpea una bola sin representarse primero visualmente cómo va a dar el golpe (Weinberg y Golud, 1986).
En complemento al anterior párrafo, se ha demostrado que en general la utilización de estrategias centradas en el problema aumentan en la calidad de ejecución y la percepción de haber alcanzado las metas propuestas (Murphy y Tammen,1988) existiendo una asociación positiva entre esa percepción de cumplimiento de objetivos y la utilización de técnicas tales como el control de pensamiento y la imaginería (Thomas, Murphy y Hardy, 1999).
Los autores han sugerido que las estrategias cognitivas empleadas por los deportistas pueden influenciar su rendimiento en la competición, al ayudarles a manejar el malestar e incluso el dolor que van asociados a la realización de la tarea (Morgan, Horstan, Cymerman y Stokes, 1983).
Se han sugerido distintos esquemas de clasificación de estrategias cognitivas en el ámbito general del deporte (Chen y Singer, 1992), pero lo cierto es que la distinción entre estrategias asociativas y disociativas, introducida por la investigación, ya clásica, de Morgan y Polloch (1977). Según, Rushall (1989), los estudios sin ser concluyentes, han apuntado en la dirección de que la focalización atencional sobre las sensaciones corporales mejora el rendimiento deportivo de resistencia.
De acuerdo con Morgan y Pollock (1977) los atletas de élite tendían a usar estrategias de tipo asociativo como centrarse en la respiración, temperatura, pesadez de las piernas entre otras, mientras que los de nivel inferior usaban estrategias distractoras de las sensaciones de malestar esta conclusión es respaldada por Weinberg y Gould (2003). Por el contrario, se ha encontrado que las estrategias distractoras aumentaban el rendimiento de resistencia dinámica (Gill y Strom, 1985; Morgan, 1981; Morgan, Horstman, Cymerman y Stokes, 1983) y estática (Rejeski y Kenney, 1987) y durante el umbral anaeróbico la percepción de la fatiga disminuyó cuando emplearon estrategias disociativas orientando sus pensamientos a la solución de complejos problemas de matemáticas, escribir cartas, sumergirse en un estado de trance repitiéndose un mantra de forma repetitiva y rítmica con la frecuencia respiratoria y la zancada o revivir su propia carrera educativa (González, 2003).
Conclusión
En ocasiones es conocida la ruptura entre lo que expresa la sabiduría popular representada por los deportistas y entrenadores y los temas que aborda la psicología del deporte. Uno de estos términos es La Fortaleza Mental, concepto empleado desde 1970 hasta la actualidad, pero poco abordado por los expertos en el comportamiento humano dentro de la actividad deportiva. Por tal motivo, es una invitación de esta intervención para iniciar la elaboración del constructo que explique los orígenes y efectos en el rendimiento deportivo.
Desde esta perspectiva se incluyen cuatro dimensiones importantes: a) la personalidad resistente y la resiliencia, b) las habilidades dominantes en deportistas exitosos, c) las estrategias de afrontamiento y, c) las variables socioambientales.
La personalidad resistente y la resiliencia son variables que están llegando a la psicología del deporte. Actualmente se realizan los primeros pasos en la elaboración de pruebas psicológicas en la población deportiva, que poco a poco
se deberán revisar para ajustar los reactivos y mejorar la validez de contenido. Lo importante de esta constructo psicológico es la inclusión de tres dimensiones importante para el deporte: el control, el compromiso y reto o desafío. Otra ventaja importante es encontrar una luz en el infortunado intento de las primeras etapas de la psicología del deporte universal para relacionar la personalidad con el rendimiento y éxito deportivo.
En el tema de las habilidades dominantes y estrategias de afrontamiento en deportistas exitosos, es donde se ha encontrado mayor volumen de investigaciones y hallazgos efectivos. Los aportes de los autores conociendo el comportamiento psicológico de los deportistas en sus mejores momentos durante la competencia dejan conocer las variables determinantes en el rendimiento deportivo. Desde la psicometría existen pruebas validas y confiables para evaluar estas dos variables. En Colombia un aporte importante es la prueba PAR P1-R que involucra variables tales como confianza, motivación, concentración, sensibilidad emocional, imaginación, actitud positiva y reto competitivo.
Posiblemente se deberá trabajar en una mejor evaluación de las estrategias de afrontamiento. Por último, la más novel de la dimensión del constructo hace referencia a las variables socio-ambientales. La influencia determinante de la familia, los entrenadores y su entorno en general, se deberá estudiar con mayor detenimiento a través de estudios longitudinales y transversales. Aunque es conocida la importancia del entrenador, es limitado el volumen de investigaciones y literatura sobre el peso de su influencia en la formación de fortaleza mental de los deportistas. En este sentido, será necesario no solamente conocer la influencia del entrenador, sino sus características personales de fortaleza mental para irradiar a sus dirigidos, igualmente, será conveniente intensificar desde la psicología del deporte la capacitación hacia los entrenadores para fortalecer su influencia psicológica positiva en los deportistas. De esta forma considero se acortaría la distancia que todavía existe entre la psicología del deporte y los interrogantes que surgen del medio deportivo. Por supuesto, esta reflexión se extiende a la familia y su entorno.
Solo me resta invitar a los participantes del III Congreso de la Sociedad Iberoamericano de Psicología del Deporte y en general a comunidad científica, a orientar sus esfuerzos en la argumentación y dialéctica del constructo sobre Fortaleza Mental, camino que considero apropiado para acercarnos y aportar con mayor autoridad al rendimiento deportivo.
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Publicado el 30 julio, 2012 en fortalezas mentales, psicología del deporte y etiquetado en fortaleza menta, fortalezas humanas y deportivas, personalidad resistente, psicología del deporte, resiliencia. Guarda el enlace permanente. Deja un comentario.
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